miércoles, 4 de marzo de 2015

La princesa de la sonadora.

Él subirá en su caballo negro y blanco de metal, con treinta y seis patas y dos anillas que se deslizan sobre los senderos. Con estruendoso silencio la rescatará de esa tierra, donde las jaulas de las cabras son más importantes que la fértil doncella (ella que es de manos que germinan y rejuvenecen todo lo que tocan); presionera en esa mazmorra sin celdas. Siente coraje el príncipe y no logra entender como parece a la monarquía tenerle sin cuidado, mientras se inhuman los tronos bajo el lúpulo.

Frustrado el príncipe no concibe el sueño, con la alquimia que a su suerte canjea una pluma por su espada y en historicida se convierte. Y así va derramando su sangre negra y azul, envíando mensajes con palomas desplumadas. Y resignado ante las caricias de Morfeo, le llega al gallo su tan ansiado momento y al coquí, el de callar. 

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