jueves, 26 de marzo de 2015

Desde la nube.

Hoy parece ser uno de esos días en que te ocupa la amargura, en que te sientes prisionera. Pero no sé si el ego te obliga a echarme la culpa. Sientes medio, de perder esa libertad que ninguno tenemos, porque somos todos prisioneros, del hogar, del dinero, del honor y la palabra.
Somos prisioneros del placer, de la labor a cambio del salario o por compromiso social.
Somos prisioneros si nos rendimos y si seguimos en la lucha también.

Desde tu nube miras, a veces con tonos de deidad, masticando jugos de anarquía. Desde allí tomas decisiones que se precipitan como el tiempo; discursos del hoy, aterrados por todo aquello que aún no existe.
Y versas con afirmativa energía, y con un volumen antonimamente necesario para escucharte, convencerte y cancelar alguna posible oposición. Para llegar victoriosa a tu morada, lo que no significa estrictamente haber ganado la batalla que antes se libró; porque al final del día todos llegamos a analizar la jornada.

sábado, 7 de marzo de 2015

Su casa

Sin diferenciar la diferencia entre hablar con un extraño y molestarlo, va de en mesa en mesa contando su vida, esa que ya no existe. Porque es aquí, en este comedero donde moraba. Gerundiando imágenes, del verbo sacar, del interior de sus motetes. Mira hacia arriba buscando en todos los rincones de su memoria ese lugar, esa persona, ese momento...

miércoles, 4 de marzo de 2015

La princesa de la sonadora.

Él subirá en su caballo negro y blanco de metal, con treinta y seis patas y dos anillas que se deslizan sobre los senderos. Con estruendoso silencio la rescatará de esa tierra, donde las jaulas de las cabras son más importantes que la fértil doncella (ella que es de manos que germinan y rejuvenecen todo lo que tocan); presionera en esa mazmorra sin celdas. Siente coraje el príncipe y no logra entender como parece a la monarquía tenerle sin cuidado, mientras se inhuman los tronos bajo el lúpulo.

Frustrado el príncipe no concibe el sueño, con la alquimia que a su suerte canjea una pluma por su espada y en historicida se convierte. Y así va derramando su sangre negra y azul, envíando mensajes con palomas desplumadas. Y resignado ante las caricias de Morfeo, le llega al gallo su tan ansiado momento y al coquí, el de callar.