sábado, 30 de junio de 2012

Sin fianza

Hace un año atrás estaba paseando con mi novia, salíamos a cenar para celebrar nuestro 5º aniversario.En el restaurante le esperaba una sorpresa (ya estaba todo preparado), un presunto apagón sería el momento para sacar el anillo y ponerlo sobre la mesa. Al regresar la energía eléctrica, es decir, encender nuevamente las luces, sólo sería uno; el de nuestra mesa. Allí estaría el aro en oro blanco con una diminuta piedra redonda –tal como la escogería un pingüino–. Al bajar del auto se nos acercaron tres individuos, uno de ellos armado, quien se encargaría de apuntarme, los otros dos estaban dispuestos a hacer con ella lo que les placiere. Comenzaron a desgarrarle la ropa, no sin antes vendarle la boca y atarle las manos,iban tocando sus senos sus hombros. Como practico artes marciales, estaba esperando el momento; sabía que el que me apuntaba con el arma se descuidaría para disfrutar la escena. Cuando empezaron a deshacerse de la falta, desgarrándola y haciéndola tiras, y sin perder tiempo le arrancaban la ropa interior, dejándola al desnudo. Ya sólo quedaba lo que unos segundos atrás era una hermosa falda color crema. Entonces ocurrió, bastó unas décimas de segundo para que yo le desarmara con una técnica de la cual salía despedido por los aires, de la misma ya tenía desprendido algún ligamento, más caer de cabeza al suelo. Con el arma en mano apunté hacia los violadores, quienes vieron frustrada su misión, me miraban diciéndome que no sería capaz de dispararles. Uno de ellos acometió hacia mi, le disparé, dicen que la bala paso muy cerca de su corazón (yo me pregunto si alguna vez lo tuvo), el tercero huyó en el acto. Con dos individuos tendidos en el suelo y yo con el arma aún en la mano llegó la policía -como siempre tarde- alguien debió alertar con el disparo. Lo más increíble del caso es que me radicaron cargos por intento de asesinato. Hoy me ponen en libertad, cumpliendo un año y tres meses de los 3 a los que fui sentenciado. Dicen que un rayo no cae en el mismo sitio dos veces, a los tres meses después de aquella pesadilla Helena fue violada, golpeada y brutalmente asesinada. Yo no estaba allí para defenderle. Nunca pude proponerle matrimonio, nunca viajaremos el mundo juntos, no tendremos ese hogar de ensueño ni a nuestros dos hijos Iris y Hector. Hoy, precisamente hoy se cumple un año. Soy libre, pero no lo soy; la cárcel te cambia la vida y la justicia parece una falacia. Lo di todo por ella, que en paz descanse, la mujer por la que alcancé sueños que no creí capaz de alcanzar. El futuro es calina, el presente vapor. Hoy deambulo sin saber a donde ir ni por donde comenzar. De haber tenido el derecho a fianza, tal vez, y digo tal vez, fuese otro relato...