domingo, 15 de septiembre de 2013

Arrepentimiento



Me arrepiento de no haberte besado aquella noche en la que no se sabía la estación, mas recuerdo la proximidad y el corazón como bombeaba tal si tu mirada lo apretase; los mismos ojos que al unísono de labios nudos gritaban: "¡Coño! ¿A que esperas? ¡Bésame!". Y sin embargo desdeñé al corazón (a este que parece no ser tan mío ‘ná’) que ilustrado anunciaba con cicatrices la adhesión y aquel vestigio de siniestro acabar.

Hoy me arrepiento, seguro que te hubiese salvado de nimios golpes e innegablemente nos hubiésemos salvado del amor que no responde. El tiempo nos enseña, a que no es el tiempo en sí el maestro, sino el espacio y el quehacer. Y sé que desde aquel pánfilo instante (la primera mirada, el primer intercambio de palabras, el primer roce), cuando la diferencia de edades lo hacía imposible, que nos empalma la fatalidad en la que tu y yo tal vez eludimos creer.
Hoy tengo la certeza de enmendar lo que en aquel momento el miedo me arrebatara, mas no hay arrepentimiento de lo que hecho está, pues según Neruda:
“Podrán arrancarnos las flores…”
¡Oh! Ya recuerdo la estación de aquella noche,
era primavera.

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