martes, 6 de diciembre de 2016

tren de guerra

Era un tren con el aire muy cargado, se desató una guerra. Múltiples pasos de invasores sin acción de abordar, que solo se asomaron por los agujeros del techo. De un lado y del otro nos apuntábamos con armas de dicción. Por los cañones desfilaban: mal aliento, vituperios y saliva. Todos esperabamos la muerte, nunca llegó. 

viernes, 17 de junio de 2016

[estar]

Solo
     [estar]
Solamente, jugar
palabras solemnes
(con)jugar 
palabras que solase
se hacen mal[estar]
solamente, solo 
busco al pisar 
el [estar]cido
qué le dará
sentido a mis zancadas
flotantes. 
Solitud, compaña 
que me evita ser 
engullido como [estar]na.

Solamente esperar, 
detenido
en el espacio
mas 
en el tiempo movido.

[estar]
desplazarse desadolorido,
solo y solamente 
hoy, mañana y los entrantes,
el calcáneo. 
Otros adelante o quizás
nunca más.
será hasta que un día arribe

el in[estar].

jueves, 31 de marzo de 2016

El "no lo sé" (I don't know).

Es en varios aspectos de su especificidad,
que aquel "no lo sé"
continúa merodeando por las nervaduras de la testa.
Ergo no sea debido al reconcomio de un ánima estigmatizada,
sino al memento que lleva entre si gestos aplacibles.

lunes, 8 de febrero de 2016

Discreción o exclusión.

Recibí un mensaje privado al cual, por razones obvias, no le seguí el juego. Hay temas que son de importancia y merecemos todos darnos tanto el respeto de participar como el de dar el espacio a la participación y no ser excluidos bajo el pretexto de que no exista la misma (lo cual en muchos aspectos estoy de acuerdo). Que cada individuo decida, le interese o no participar, eso ya queda de su parte, pero que no se diga que no se le consideró o no tuvo su oportunidad. 
Entiendo que en los temas participativos no debería haber secretísimo, al menos esa es mi percepción de lo que una democracia se trata.  

Yo no tengo nada que esconder, me gustan las cuentas claras y afrontar las situaciones. Lo que piense lo diré cómo lo piense, siempre he sido así y culturalmente así crecí, mas mi condición terrestre me hace imperfecto, miento a veces (todos lo hacemos). No obstante, cuando tengo coraje o estoy muy enfadado, prefiero permanecer en silencio; para no dejar que sea el ego quien hable, pues cuando domina las palabras traen veneno y espinas.

En los temas particulares, soy una tumba y más cuando se requiere discreción. 

No me gusta escribir estas cosas...

martes, 10 de noviembre de 2015

Feretros

Congregaciones oníricas con mi padre –que aún fenecido no me abandona– y "amigos y amigas" que si lo hicieron. O quizás son todos muertos...

Aventura onírica (escapando del purgatorio).

En esta nueva aventura onírica –una de las muchas recurrentes– con mi padre, intentábamos, escapar de centro medico. Un hedor a obscuridad nos acompañaba en nuestro recorrido, en cada habitación, en cada pasillo. El metal, debido a la era industrial, se mostraba gris sangriento y corrosivo.

Todo personaje que se nos cruzaba, gentilmente nos brindaba indicaciones inciertas, tal si fuera un preámbulo de lo que me ocurriría por las calles de Quito. Así comenzamos a recorrer pasillos, umbrales y desiertos de parpadeante escombros. Una puerta gris nos condujo hacia unas escaleras (aún más obscuras que cualquier espacio visitado), al bajar el crujiente metal, un poco más allá del subsuelo, nos topamos un amplio espacio exterior. Allí estaban conglomerados, los "locos" del teatro: títeres, mimos, clowns, danzadores, en un ritual alrededor del fuego. Una figura que danzaba y declamaba era proclamada la reina –su desnudez se dibujaba bajo la túnica blanca– del estadio “Katatonie”. 
Con ella fui al teatro la noche anterior y después por unas cervezas “¡Es ella, no puede ser!” –me dije. Y tal parece que la magia de esa noche –y de todas las demás– culminó por alguna estupidez que salió de mi boca o por culpa de aquel dulce y lanzado intercambio de saliva. Entonces, para que no pensase que ella era la razón de mi presencia, fingí no haberme percatado ,tampoco creí que ella me viese, pues el teatro es un lugar de transeúntes en trance. Nos entremezclamos entre la multitud, para pasar desapercibidos y lograr el escape de aquel escenario carnavalesco. En el ala derecha nos adentramos nuevamente en la penumbra de un largo y estrecho pasillo.

Y cada vez más ansioso, entre el simple saber que escapar de allí era cuestión de vida o muerte y el deseo de volver y rescatarla o condenarme con un beso. Seguí con mi padre, Julio, abriendo puertas, subiendo y bajando escaleras y ascensores; atravesando habitaciones. Finalmente encontramos la única indicación certera, la de un anciano que operaba el ascensor “la salida es por ahí…” –dijo. Finalmente llegamos al exterior, confirmado por la luz ciega del sol y el blanco aroma del Ilan-Ilan. Allí nos despedimos, el se quedó en el mundo eterno de los sueños y yo de regreso al mundo de la consciencia y la confusión.

viernes, 23 de octubre de 2015

Los candados

Compra el candado,
llevalo al puente,
cierralo y tira la llave,
inficiona el agua
y sella ese amor para siempre.
Ahora jode el trabajo
de quien hizo el puente.